miércoles, marzo 26, 2008

¡Volver!...


Pasos apurados,… velocidad en las piernas que se acalambran, avanzar corriendo, pitando para llegar a tiempo, ¿a dónde?, ¿al trabajo, a una cita enamorada?, a tomar el bondi para llegar a alguna parte,...¡si todo sigue allí a pesar de las demoras y tardanzas!
Tanta urgencia sólo por cumplir con un maldito horario, porque alguien invento el reloj que nos marca el tiempo y nos mantiene esclavos de las horas, los minutos y hasta los segundos,… castigándonos.
Avanzar sorteando obstáculos, ensordecidos en un bullicio de una ciudad que aturde masificada, que nos envuelve con aromas rancios de pavimento y gases de gasoil quemado que vomitan los caños de escape, para darnos de lleno en la cara,… intoxicándonos.
La ciudad despierta y late por sus arterias sueños reprimidos y a veces olvidados,…el obelisco se mantiene incólume al paso de los años invadiéndome los recuerdos de un ayer lejano.
Erguido y estático, fiel testigo, a sus pies hordas de obreros enarbolaron banderas contra el capital que hoy nos sigue manteniendo atrapados.
Mestizaje de razas y costumbres forjaron ésta cultura nostálgica que mira siempre al viejo mundo,… raíz de lo que somos en añejas historias contadas y transmitidas de padres a hijos, que desvalidos huyeron de barbaries como la guerra, el hambre, la miseria, las persecuciones ideológicas y las torturas.
Tampoco nosotros, sus hijos, escapamos a eso, eso tan brutal que quiso callar éste espíritu libre, solidario y lleno de ilusiones, que pobló ésta tierra bendita regada con lágrimas de desarraigo, y sus frutos la hicieron suya amalgamando sentimientos de un pasado y un presente, hermanándonos.
El fuelle oxigena nuestros pulmones a donde vayamos, con sus notas que son brisa y aire aplacando tanta fatiga y el mate, el mate que remite nuestra sed llena de melancolía, en ésta indigencia de lugares y gente querida, pensando siempre en volver.
Tardecitas de Buenos Aires, sin reloj ni apuros, tumbados de cara al sol en algún parque, oliendo a hierba verde, a pasto recién cortado, aromas de jazmines y glicinas que despiden los jardines de las casas, caminando bajo la sombra refrescante de tupidos árboles centenarios cuando el calor nos hierve en la sangre, en agobiantes veranos.
Volver se hace tan necesario, que duele la añoranza en cada rincón calando en el alma de los que no olvidamos.
Ciudad y río, garúa persistente incrustada en los huesos y detrás de un cielo gris plomizo, el sol que regala arco iris plagándonos de esperanzas con sonidos de tango, en un arrabal que se mantiene a cal y canto, identidad de otro tiempo que supura historias llenas de amor y desencantos, pero también de sueños alcanzados.
Conventillos,… hoy un lugar turístico,….esos conventillos de la Boca de chapa y madera pintados de muchos colores; abrazaron a inmigrantes que llegaban con el miedo incrustado en las ansías,… una familia por pieza y el orinal bajo la cama, pegados al puerto donde había trabajo; un patio enorme lleno de piletones donde las mujeres lavaban la ropa; las de ellas y para otros tratando de hacer algún “mango”.
Las planchas a carbón hoy decoran algunas cocinas mostrándonos el ayer de la abuela.
Ahí se harían realidad los sueños del hijo médico,… proletariado que dio estudio a sus retoños forjando así lo que hoy somos, en miles de noches de desvelos queriendo alcanzar un sueño, “el sueño”.
Inquilinato precario que fue castigado por las inundaciones y el fuego,… en donde el tranvía los levantaba para cruzar el Riachuelo al sonido de una campana y hoy sobrevive en un barrio, “Caballito”,… para paseo de los que no lo conocieron.
¡Nada de palomitas de maíz!,-como suelen decir aquí-¡ pochoclo como lo llamamos nosotros!... maníes y lupines, cubanitos con dulce de leche,…¡el Tortoni sigue vivo!, lugar de poetas como el Viejo Almacén, que sigue acunando al tango entre suspiros llenos de arrebatos.
Buenos Aires, mis ojos languidecen queriendo volver a verte,…y la frente se marchita como la del tango de Gardel.
¡Volver!,…volver al sur, a vos,…que sos un cacho de mi corazón atiborrado de vivencias queridas y de mi ser visceral hecho de amor por vos.
El tiempo apremia y el reloj no perdona sobreviniéndome el acuciante deseo de volver, porque te llevo clavado como abrojo tan difícil de desprender.
Volver a vos siempre,…al cobijo de mi gente que no tiene empacho al darte un abrazo, …vuelvo a vos, a pisar tus calles, al che piba, al barrio que me vio crecer, a mi propia historia que aún no tiene final.
¡Volver!,…