martes, febrero 26, 2008

Sempiterna melancolía


http://www.youtube.com/watch?v=QFY1m3OD0jY&feature=related

Sempiterna melancolía que arrebuja mi alma,… abstrayéndome en sensaciones de añoranzas que caminan por mis tegumentos anestesiados,…camino abismada.
Lento andar de nostalgias que se detienen para beber de mis poros el néctar de mi amor, libándome hasta los huesos nutriéndose de mis angustias.
Recorro senderos abstractos y desconocidos de enmarañados sentimientos que buscan la luz, esa que cegó mis ojos aullándole a gritos a Lázaro, para que me conduzca a la salida de éste laberinto.
El corazón partido en dos, dos mitades que no terminan de juntarse y en donde anida tanto sentir dividido.
Un océano azul separa los cariños, los que dejé del otro lado y los que habitan aquí, aquí mismo donde estoy,…y me debato en sus tempestuosas aguas queriendo abrazarlos a ambos sin poder conseguirlo.
Soy barrilete que asciende queriendo alcanzar el cielo, vacilante y oscilante en manos del viento, meneándome oteo horizontes tratando de ver.
Ramificado sentir del que adolece mi cuerpo y se expande por brazos y piernas agarrotándose.
Semillas de mi carne que el ventarrón llevó lejos, forcejeándome voy y vengo a través de un tiempo que no perdona,…doliéndome en las tabas.
El ayer nos apiñaba sentados alrededor de la mesa,…hoy solo hay huecos vacíos en festejos poblados de soledad.
…Sólo sus voces recorren kilómetros de distancias para decir “te quiero”,…desdibujando siluetas que envejecen con el tiempo en un mapa de recuerdos.
Montaré el pájaro de lata para llegar al otro lado, y así, podré extender alas de ternuras acariciando cabellos.
Costumbre de estar fraccionada y que siendo tradición de mis generaciones pasadas,…siguen sumergiéndome en esa melancólica nostalgia que me atrapa.

viernes, febrero 22, 2008

El malandra


El malandra oteaba desde la esquina, las manos en los bolsillos y la mirada huidiza.Sus ojos seguían sus pasos sin prisas, toda ella irradiaba luz de pureza, esa que sana heridas.
La piba llevaba siempre colgada una sonrisa que permitía ver una hilera de dientes parejos y blancos como perlas; cabellos dorados robados al sol del mediodía, dos bolitas azul cielo y una figura esbelta que le quitaba el aire.
El pucho en los labios y el humo que le hacían entrecerrar los ojos, le daban un toque de fiereza a esa mirada que la seguía por dos hendijas, como tajos dibujados en su cara.
Conocía todos sus movimientos, a la hora que salía para hacerle las compras a la vieja, el horario del colegio, las salidas al cine el fin de semana, sus amigas, el chabón que la cortejaba para sólo robarle un beso a escondidas, erupcionándole rubores en su hermosa cara.
Obsesión que le revolvía las tripas que lo destinaban al desvelo de noches eternas.
Era tan linda decía para sus adentros, que la Virgen de Luján debió parecerse a ella.
Se apostaba cada día en la esquina, al lado del destartalado almacén que envejeció al avance implacable de los hipermercados escapándole a los canas,…ya sabía lo que era estar en cafua y no quería volver ahí.
Aún conservaba la fama de cuchillero pero los años se le vinieron encima sin haber conocido las ternuras de una mujer; ahora, un ángel había llegado a su vida para trastocar esa calma ficticia de quien ve pasar la vida sin sobresaltos; habiéndose retirado de todo lo que hoy no lo enorgullecía.
Prendió otro faso con la brasa del que ya se había consumido y volvió a meter las manos en los bolsillos del pantalón.
Venía hacia él como cada día, pero sólo era una ilusión porque ella no lo veía.
Entró al almacén para llevarse el pan y su voz dulce y cantarina dio los buenos días, para él fue canción de Nereidas que lo hipnotizaban hasta hacerle perder la razón, desdibujándole los contornos del lugar creyendo estar en el paraíso…
Y la vio marchar para entrar en el zaguán de su casa.
Ya en su pieza se tiró en el catre para soñarla, hasta el apetito se le había ido, sólo fumaba y se cebaba algún mate para engañar el estómago.
En la oscuridad de la noche, apostado en la acera de enfrente y apoyado detrás de un árbol, su mirada acariciaba la puerta cancel de un zaguán inundado de glicinas y malvones, en donde ella se hacía arrumacos con el gil que la pretendía.
Hasta donde estaba llegaban sus voces y paraba la oreja cuando se susurraban un te quiero, deseando ser él a quién se lo dijera.
Cada día la misma rutina, rutina hecha costumbre aún cuando llovía, todo para poder verla, escucharla e imperceptiblemente olerla cuando el viento soplaba, para inundarlo con su aroma virginal hasta las trancas.
Con 50 años y varias muertes en su haber, se conformaba con una fantasía, una inalcanzable que le daba sentido a su mísera vida hasta que llegara la parca, y no notó que ya lo rondaba en un día como cualquier otro; él detrás del árbol como tantas noches en que los miraba despedirse entre abrazos.
El gil se calzó el casco, se montó en su moto mientras ella lo miraba y levantándole el brazo le insinuaba un chau agitando su mano.
La moto doblo la esquina y todo fue tan rápido; de un coche que estaba estacionado bajaron dos tipos que corrieron hasta la puerta cancel que aún la piba no había cerrado.
Uno la tomo por detrás tapándole la boca con una mano mientras la otra le rodeaba el pecho inmovilizándola; el otro empujo la puerta para entrar.
Su reacción fue instantánea movido por un acto reflejo, corrió de inmediato cruzando de acera, la mano buscando el cuchillo que siempre llevaba en la cintura del pantalón y que ya relucía en sus agarrotados dedos.
Tomó de los pelos al que la tenía y tirando su cabeza hacía atrás, le rebanó el cuello limpiamente dejándolo caer al suelo; el otro se dio vuelta sin comprender pistola en mano, cuando ya el malandra, apartándola a ella de un tirón, le caía encima hundiéndole el cuchillo en el vientre sacándolo velozmente para asestarle otra puñalada; el otro herido de muerte, le disparó a quemaropa el cargador.
Los tres yacían en la vereda teñida de rojo sangre; se encendieron las luces de las casas, se ilumino toda la calle, vocerío de los vecinos que se acercaban a ver que pasaba, y el ulular de la patrulla policial que se acercaba.
Ella se agacho y le sostuvo la mano, lo miraba llorando y sus lágrimas al resbalar le caían en la cara.
Quiso articular palabras que no salían de su boca, mientras ella pedía a gritos llamaran a una ambulancia.
Todo había terminado, el malandra murió con los ojos abiertos mirándola y una sonrisa en los labios húmedos de sal;… él que nunca había hecho nada bueno, él,…la había salvado.

domingo, febrero 17, 2008

Tiempo de milagros



(Foto Antonio Morales)

http://www.youtube.com/watch?v=bbdakZjHTys

Ven, acércate a mi lado, déjame hablarte bajito y contarte entre murmullos todo lo que mi corazón cansado implora, sabiendo de antemano, que el tiempo de milagros ha quedado atrás.
Nada puede devolverme el tiempo ido, los años felices de mi niñez, las locuras de mi adolescencia, los sueños de mi juventud.
Ya no puedo recuperar el embeleso de unos ojos sorprendidos, ni corretear por el verde césped de los parques o chapotear jugando con las olas del mar dando saltos, salpicándome con su espuma fresca.
Hoy mis pasos se han hecho lentos en unas piernas desfallecidas, por unos huesos que se baldaron desgastados en un cuerpo fastidiado por lo que fue.
La piel se ajó y formó surcos recorriendo los caminos de la vida, experimentando dolores y alegrías se fue cuarteando, mientras el cabello se destiñó no sé en que momento vistiéndose de plata.
Milagro era el amor que me florecía en sonrisas, en abrazos tiernos a mi madre, mi hermana, a mis tíos, a mi primer amor, a mis hijos, mi nieto, mis amigos y a todos aquellos que lo necesitaban.
Hoy algunos no están más, otros en cambio están lejanos de mis brazos.
…Milagro era el agua cristalina de unos besos húmedos llenos de codicia, entre ruborizados deseos que ardían excitados, aguijoneándome las esquinas.
Milagro de develados amaneceres caminando tomada de la mano, acordonada con sentimientos de nívea pureza.
Milagro fue la gestación de un ser minúsculo, que al parirlo entre asombros tenía vida propia.
Fue sortear obstáculos en el transcurrir de los años, dándolo todo sin esperar nada a cambio, poniendo el pecho y extendiendo la mano.
Todo es ayer;… hoy, mi mirar es lánguido y fatigado entretanto pensamiento que recorre vivencias por los recuerdos, como si viera fotos de un álbum olvidado.
Hoy cercada de soledad, elevo plegarias queriendo maravillarme con ese sentir que embruja el alma, para que me vista de sonrojos la cara descarrilándome los latidos.
Hubo un tiempo de milagros que alteraba mi vivir; hoy el sosiego me sume en un letargo de añoranzas que supuran melancolías.
¡Ven, acércate y móntate en mi locura!, locura que abriga una esperanza única,...¡sacúdeme el polvo y las telarañas!… el tiempo ya no nos perdona si dejamos partir el tren.
¡Hoy es el momento!, ¡ahora!, ¡ya!,…aún podemos recuperar ese prodigio, mañana…mañana ya no sé.