domingo, diciembre 31, 2006

Espera de silencios y ausencias





















Libertango

Gimen mis costuras oxidadas por la falta de caricias y el alma enmohecida, vaga por la oscuridad de callejones sin salida,…
Tú, te filtras entre la herrumbre de mis huesos bruñéndome las aristas, le regalas brillo a mi mirada antes triste y vacía, dibujándome una sonrisa lánguida de añoranza y melancolía.
Nostálgica y desarticulada marioneta que al son de tus palabras cobró vida,…y la sangre corre por mis venas tibia, inundándome de calor las guaridas escondidas.
Sofocada en ésta espera de silencios y ausencias, el desespero danza ahogándome el grito inquieto, y me consumo en ésta solitaria vacuidad de pellejos, que en el anhelo, se escose con la fricción del deseo que palpita en las entrañas,… ¡despierto!.
Alborotado sentir que emerge buscando el horizonte, para lograr al fin cruzar la línea invisible, esa que separa nuestras carnes ardientes, las que aúllan desveladas e insomnes fundirse a fuego lento, aplacando ésta hambruna de vos.
¡Calla la voz que exclama palabras!,…pero no enmudece el corazón que clama y suplica silente, estrellar los labios contra los tuyos y saborear tus besos hasta hacerme llaga la boca, en éstas ansías por sorberte hasta el aire y que seas tú mi respirar.
Turbios mis ojos no logran traspasar la bruma, te buscan entre el tumulto de gente que indiferente, me cruza, me esquiva, me choca,…y rematadamente loca, mis pies descalzos no sienten el frío que asciende por mis piernas estremeciendo hasta la médula en ésta espera, de días con sus noches, de estaciones que pierden el color en un invierno que hiela,… ¡sin matar la ilusión!.
Devenir lleno de esperanza en los vástagos de mis dedos, acumulan florecidas ternezas para dártelas, enredadas en tus cabellos, pincelando el contorno de tus labios y bajando por tu pecho, reconocer erizados poros, excitados por las caricias, que te devuelven la vida en el amor que emerge indolente cauterizando heridas.
Tú y yo,… náufragos de soledades, indigentes circunspectos en la mudez de la carne, carentes de sueños, ausencia de realidades,…¡lúdico destino el que nos enfrentó para infectarnos con el virus de Cupido!,… hoy,…¡hoy amor, se me deshace la piel cuando te siento andar de puntillas por los contornos de mi sombra!, ¡cuándo te huelo en la noche arropado entre mis brazos!, ¡cuándo al fragor del encuentro nuestra desnudez evapora los miedos del ayer, y en la materialidad de nuestra existencia, sustantividad de bocas sacian su sed con amor!.
¡No más esperas gritó entre bramidos el silencio!,… se fugó la ausencia al contacto de los tegumentos húmedos y trémulos, la soledad se difuminó sabiéndote, peregrino de mis deseos que llego al destino de sus ansías y que ancló en la arena de mi esperanza, haciendo realidad el sueño.