sábado, abril 07, 2007

La vida y la muerte






























El Ultimo Café

“La vida y la muerte son flores de un mismo rosal, no existe una sin la otra y por el mundo paralelas van.
Una retoza despreocupada y a canto y filo de espada, sortea dolores buscando la felicidad, mientras la otra espera la fina línea que las separa cruzar.
Rosas de un mismo rosal, una se abre aromática y hermosa, lozana queriendo alcanzar el cielo en su despertar, la otra,…mustia y llena de espinas, caerá en tierra para poderla alimentar…”
En el antes y después, germinan insolentes los sentimientos y en su lento transitar, anida el amor más visceral, el que inunda bahías con salobres aguas de mar.
Así llegaste a mi vida, cuando errante iba por senderos de soledad, ajena a tiempos de esperanza, en un tren de melancolía sin estaciones donde parar.
Inventaste poéticas palabras insuflándome serenidad, poblaste de madrigales mis campos yermos de deseos, nogales sin voces fustigo el viento para que te pueda escuchar, el silencio se hizo canto de alondras y la distancia fue horizonte, para que lo pueda alcanzar.
Yo no buscaba nada, las horas transcurrían calladas por trochas de sombras y oscuridad, recorriendo paisajes en eternos otoños de hojas secas, de invernales y gélidas esencias, viendo la barca de Caronte acercar, para hacerme cruzar la Laguna Estigia, sin saber que no tengo monedas para dar.
Jalaste de mi alma cuando moría el invierno vestido de blanca espuma, y daba paso a la primavera, que anudaba nuestras piernas en un nuevo despertar.
Me despojé la decadencia carente de bizarría, el coraje inmóvil me nutrió la desnuda y vulnerable piel,… temerosa y silente, un escalofrío me recorrió cuando tus dedos me exploraron y me cercaron tus brazos y rodillas, despidiéndome de la abulia de no saber amar.
Lengua de fuego tu boca, que me guió por laberintos sin salida, envuelta seducción me atrapó y sin respiro, aletearon mis pestañas cuando enamorado me veías.
Atrapaste mi corazón como mariposa en vuelo, regaste pacientemente los surcos de mi cuerpo y con anhelo bebiste de mis besos.
Trenzados los miembros en apasionados embates, acometidas excitaciones gimieron forzándose a brotar en húmedo rocío, y la vida con un soplo me condena, a vivir el momento, éste tuyo y mío, porque la muerte paciente espera, tomarme de la mano al cruzarse nuestros caminos .
El ayer pertenece al pasado, mañana sigue siendo incierto,... ¡hoy,...hoy yo te amo, así sin aspavientos!.